Si bien en los últimos días volvieron a cobrar protagonismo, la presencia de las mecheras en el microcentro tucumano no representa ninguna novedad. La modalidad delictiva que las caracteriza es tan antigua y conocida por todos que todavía no existían internet ni las redes sociales cuando sus fotografías ya ocupaban las vidrieras y mostradores de muchos comercios, pues era la única estrategia que encontraban sus propietarios para alertar sobre el acecho de estas mujeres.
Y es que son tan hábiles y sigilosas que cuando la persona advierte que ha sido víctima de sus maniobras ya suele ser tarde. Así como antiguo es su accionar, también se han implementado diferentes estrategias a lo largo de décadas para prevenir este delito, casi todas sin éxito. Por el lado de la Policía, el último intento ha sido el área “Antimecheras” de la Guardia Urbana, integrada por 20 mujeres. Su jefe, el comisario Rubén Albornoz, lo describió como “un equipo especializado en el tratamiento de este tipo de delito que realiza a diario recorridos a pie, tanto en las peatonales, en las galerías y en la ‘City’ bancaria como en la zona de El Bajo. De esta manera, se individualiza a las personas que cometen estos hechos y luego son puestas a disposición de la Justicia”.
Pese a la presencia policial, las mecheras siguen haciendo de las suyas y la semana pasada hubo un caso que indignó particularmente a la ciudadanía. Un grupo de transeúntes había reducido a una joven que acababa de sustraer un celular y la retuvo hasta que llegó la Policía y se la llevó a la seccional 1°. Pocas horas después, esta misma joven se fotografió en la puerta de la comisaría y compartió la imagen en las redes sociales, anunciando que recuperaba la libertad y burlándose de quienes la habían arrestado. Luego se supo que tenía más de 40 denuncias por hurtos y que nunca había recibido una condena ni había sido privativa de la libertad.
Ese episodio reavivó el eterno debate de qué hacer con las mecheras, ya que el delito que cometen (el hurto) es excarcelable. Entonces aparecieron las voces de legisladores de distintos sectores, quienes exigen soluciones inmediatas. Uno solicitó que se cite al ministro de Seguridad y al titular del Ministerio Público Fiscal para que expliquen qué se hace al respecto. Otro lado propuso que se les pida a la Corte Suprema de Justicia y al Ministerio Público Fiscal “concluir en una sentencia firme con mayor celeridad y diligencia en los plazos procesales” las causas de este tipo. Pidió también que se “unifiquen las penas a fin de su cumplimiento efectivo en un establecimiento penal”. Un tercero elevó un proyecto de ley que establece modificaciones en el Código Procesal Penal con el objetivo de “cerrar la puerta giratoria” ante estos y otros delitos, mediante la posibilidad de que los jueces dicten la prisión preventiva en contra de los reincidentes.
Mientras tanto, por primera vez en la historia judicial de Tucumán, ayer se dictó la prisión preventiva por 20 días para tres mecheras que habían actuado en la zona de El Bajo. “Con mucho esfuerzo intelectual, logramos una sentencia ejemplificadora que marca un precedente importante que ya no se podrá desconocer”, celebró el titular de la Unidad Fiscal de Delitos en Flagrancia I.
La habitualidad con que ocurre este delito deja a la vista que los intentos por proteger a los ciudadanos de su accionar han sido ineficaces, y que se requiere de políticas rápidas y efectivas que pongan freno a esta práctica.